miércoles, 1 de noviembre de 2017

El hijo de Saúl




    Esta película deja huella en todo aquel que la ve. Una visión distinta de la masacre nazi basada en la sutileza y en largos y desesperantes silencios. en Saúl vemos la esperanza, la pervivencia de unos determinados valores culturales y religiosos (judíos), y la cordura que representa aceptar a un crío como su hijo. 
       Sin duda, el punto más relevante para la originalidad de la película son los planos de las escenas. A través del filme conseguimos ver lo que sucede como si fuésemos un individuo más que sigue a Saúl permanentemente. Los desenfoques, los giros y la siempre presente figura del protagonista producen una angustia y tensión constante en el receptor. Por ello, la imagen que he escogido puede no ser la más ilustrativa, pero es la que mejor ejemplifica lo que estamos comentando.
        Otro aspecto digno de destacar es el simbolismo de la infancia. Es un niño el motivo por el que Saúl arriesga su vida y es otro crío el que, indirectamente, se la arrebata. Además, los diálogos breves, pausados y prácticamente esporádicos acentúan el lento ritmo de la sucesión de acontecimientos.
        A su vez, resulta extraordinario la perspectiva de la masacre que se presenta en la obra. Se trata de una persona encargada de recoger los cadáveres a los que, sin saberlo hasta último momento, se sumará el suyo. Esto pone de manifiesto la concepción de una fatal predestinación que oprime a todos aquellos que no concuerdan con las ideas del partido nazi.
       En definitiva, estamos ante una gran película que, a pesar de ser actual, es capaz de trasladarnos hasta el mayor genocidio de la historia y hacernos sentir que estamos asisitiendo en persona a tales barbaries.


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