La vida es bella
En este filme podemos apreciar la original perspectiva desde la que es vivida la guerra más cruenta de la historia, la Segunda Guerra Mundial. La batalla convertida en juego de niños, la inocencia entre la destrucción. Una historia basada parcialmente en hechos reales que consigue emocionarnos desde el principio.
En mi caso, mientras observaba el desarrollo de la trama he sentido preocupación -e incluso angustia- por cómo Guido, padre del pequeño Giosuè, se las arreglaba para mantener a su hijo dentro de esa utópica visión de la guerra en la que los niños enviados a las cámaras de gas se esconden para ganar puntos. Por otra parte, la intriga de saber si padre e hijo lograrían sobrevivir ha sido otro de los puntos fuertes de enganche.
Asimismo, lo que más me ha emocionado ha sido el tema La vida es bella, con el que todos identificamos la obra cinematográfica. Esta película la vi por primera vez cuando era pequeño, y me marcó. Ahora, varios años después, me ha traido muchos recuerdos. No solo de lo que sentí al verla, sino también de mi infancia.
A su vez, la voz en off del niño ya mayor, en el final, resulta muy apropiada para el dramatismo que la obra requiere. Todo había terminado y habían ganado, a pesar de que su padre nunca volvería.
En definitiva, podemos concluir que esta película logra relatar los males del régimen nazi en Italia y lo hace permitiéndonos ver las desventuras de un padre que lo único que desea es que su inocente hijo no pierda lo que muchos perderían durante esos años: la esperanza de ganar el juego.